jueves, 3 de enero de 2013

Anuca en Tejiendo ideas cosiendo palabras

Leer opinión original

Me animé a leer este libro empujada por un Club de Lectura. Sólo tenía un fin de semana de por medio hasta el día en el que todos los participantes comenzarían a compartir sus comentarios acerca de esta labor de Ángeles Ibirika y, sinceramente, aunque me gusta tener leída la novela al completo antes de participar en este tipo de encuentros, no las tenía todas conmigo.

Pero, ¡cómo me equivocaba! Mi fin de semana estival se tiñó de colores de otoño y, sin poder dejar de pasar páginas, disfruté de mi particular viaje al pacífico Crystal Lake y al agitado Manhattan.

Nunca he sido muy dada a abrigarme con novelas románticas, pero he de decir que el descubrimiento de determinadas agujas están convirtiendo esas prendas en parte de mi fondo de armario. De Ángeles me han encantado tanto sus bordados como su cercanía. A pesar de la virtualidad de nuestro encuentro, hay sensaciones que se escapan a la distancia y he disfrutado muchísimo intercambiando opiniones con ella y con el resto de participantes del Club.

 Donde siempre es otoño combina un sinfín de madejas: amor, traición, engaño, frivolidad, compromiso, lealtad, pérdida, ambición, solidaridad… Sí, lo sé, muchos de estos colores parecen imposibles de combinar entre sí, pero… combinan.

Ian, su protagonista, despertó en mí sentimientos encontrados: mi relación con él ha sido un continuo entre la seducción y las incontenibles ganas de abofetearlo. Elisabeth, me intrigó desde el principio, ¿¿qué podía esconder?? Se me pasaron por la cabeza miles de posibilidades y, he de decir, que el impresionante comienzo de la novela fue la mecha que puso en combustión mi hoguera de coyunturas.

Pero, si algo me ha gustado del libro es la relación entre Edgar y Jennifer. Son personajes secundarios pero… me ha enternecido la amistad inquebrantable que representan (incondicionales de sus amigos, siempre estarán ahí preocupándose y ofreciendo un hombro en el que llorar) y además, me han hecho reflexionar acerca de aspectos de las relaciones de pareja que no voy a desvelar porque os animo a descubrirlos por vosotros mismos.

 ¿¿Es la infidelidad tan mala cómo se pinta?? ¿¿Podrías llegar a perdonarla?? ¿¿Cómo vivimos hombres y mujeres el amor?? ¿¿Se puede amar sin estar enamorado?? ¿¿Renunciarías a todo por la felicidad de la persona que quieres, incluso a tenerla a tu lado?? ¿¿Todo vale en la política y en el periodismo?? ¿¿Puede un instante cambiar por completo tu vida y la forma de verla??

Todos ellos interrogantes que hemos comentado en el club y que sin duda se corresponden con puntos que Ángeles Ibirika ha tejido en Donde siempre es otoño. ¿¿Te atraen?? Pues anímate a vestirte esta prenda por unos días.


RETALES

«Aún tuvo fuerzas para gritar al sentir que le rompían los dedos de la mano derecha. No podía moverse. Ni siquiera para hacerse un ovillo y proteger su magullado cuerpo por si aún no se habían cansado de golpearlo. Derrumbado en el suelo de la Rivera Verde del río Hudson, mientras el aire no le alcanzaba los pulmones, sólo podía pensar en ella y en que, si ese era el precio por haberla tenido, una y mil veces que volviera a nacer, una y mil veces se ofrecería a esa tortura por volver a tenerla. El dolor físico no importaba. Era peor el del alma, el que le provocaba saber que ella lo quería apaleado, roto por fuera y por dentro, hundido; y tal vez hasta lo quería muerto. Y en esa cruel agonía encontró su único y desgarrador consuelo. La complacería. Moriría por complacerla una última vez»

«Retrocedió silencioso para no herirla de esa forma irreparable que ella parecía temer. Él ya estaba herido. Herido en su dignidad, en su orgullo. Herido de impotencia y frustración. Herido no sabía bien de qué, ya que una mujer era siempre una mujer, una noche era siempre una noche»

«Siempre se le había dado condenadamente bien satisfacer a mujeres hermosas sin que para ello necesitara entenderlas»

« - ¿Puede una mariposa nocturna alejarse de la luz que será su perdición? ¿Deja de acercarse de nuevo, cada vez que retrocede un instante al notar que se abrasa?
- Tú tienes más cerebro que uno de esos insectos.
- Y también más necesidad de ella que el insecto de la luz»

«Si pudiera... Ni en un arranque de locura lo conseguiría. Porque las palabras que han permanecido calladas en el corazón pierden fuerza, y hasta sentido, cuando se liberan a través de los labios»

«Ya da igual lo que fui en ti, pues he entendido que lo único importante ha sido siempre lo que tú eres en mí» «Al final, hasta los remordimientos se acostumbran a las mentiras»

DONDE SIEMPRE ES OTOÑO Ángeles Ibirika