sábado, 16 de junio de 2012

Silvia en su blog Detrás del Libro


Primera novela -y no será la última- que leo de Ángeles Ibirika,  Donde siempre es otoño, desde el primer momento en que leí su sinopsis en las novedades de Booket, tuve claro que esa novela tendría que llegar a mis manos porque estaba convencida de que iba a disfrutar y sobre todo a enamorarme de la historia que rodea a unos personajes que sin ninguna duda me han hecho sentir y compartir con ellos el amor y el sufrimiento de éste.
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En la novela nos encontramos tres escenarios, Crystal Lake, Manhattan y Baltimore, éste último en un breve espacio de tiempo donde los personajes principales nos hacen partícipes de una unión, de un amor y un cariño que me cuesta incluso describir. Crystal Lake es donde comienza todo, un escritor que sufre por la pérdida de inspiración para su nueva novela, una mujer desconocida y a la vez atrayente que pasea todos los días por el lago, produciendo una sensación de timidez, soledad y vulnerabilidad que te encoge el corazón y te hace saber que esa mujer que Ian ve cada tarde y que llega a convertirse en la protagonista de su nueva novela tiene mucho que demostrarnos y enseñarnos. Todo comienza ahí, en ese instante en que Crystal Lake  toma posesión de sus vidas sin ellos darse cuenta, sus árboles con colores cálidos, sus aguas cristalinas teñidas del color del cielo, el aire frío que es testigo de sus encuentros y conversaciones mientras agita los cabellos de ambos, dejando el aroma de sus perfumes impregnados en esa brisa que recorre el lugar. Crytal Lake es sencillamente mágico.
Para mí, hay tres personajes principales en esta historia, Ian O´Connell, un joven escritor con carácter cínico y arrollador, un seductor nato cual mujer nunca podría ignorar y un canalla como pocos quedan, sin conciencia alguna sobre sus malos actos. Es un hombre que no cree en el amor que él mismo detalla en sus novelas y enamora a sus lectoras. Pero todo cambia cuando conoce a la mujer que pasea por el lago todas las tardes bajo su atenta mirada. Sin saberlo, Ian va siendo preso de los ojos, las palabras y el corazón de esa joven. Seremos cómplices y testigos del cambio que da cuando se da cuenta de que todo lo que creía hasta ese momento, era simple ignorancia. El sufrimiento que le come por dentro día a día por no saber de ella, por no tenerla cerca y protegida entre sus brazos, por no amarla, por los celos que le recorren cada centímetro de su cuerpo al verla acompañada públicamente por otro hombre. Es totalmente real las reacciones, los sentimientos, el sufrimiento y la pasión que desprende este personaje y que nos hace comprenderlo y acompañarlo sin aburrirnos en todas las páginas.
La segunda protagonista de esta bella historia es Elizabeth Salaya, una mujer que posee un gran secreto y una gran belleza, tanto humana como física. Al principio no la entenderemos, nos preguntaremos muchas cosas sobre ella, ¿qué esconde?, ¿por qué huye o desaparece cada vez que puede?. Pero todo tiene una explicación al final de la novela. Aunque no la comprendiera desde un principio, es un personaje que gusta y que entiendes y compartes con ella en muchas formas de ver la vida y el amor -al menos así lo hice yo-. Es inteligente, capaz de responder cualquier cinismo proveniente de Ian, orgullosa, luchadora, fuerte y a la vez frágil, incluso hubieron veces que creía que si se la lastimaba un poco podría romperse en pedazos, pero no, es una mujer digna de admirar y digna de poseer el amor de un hombre como Ian.
Y por último pero no menos importante, el tercer protagonista principal de esta historia de amor es el otoño. Personalmente nunca ha sido una de mis estaciones favoritas del año, pero después de leer esta preciosa novela, de leer los detalles tan bien cuidados y hermosos que la autora dedica a esta estación, siento que el otoño es la estación más bonita de todas, así es la magia que desprende Ángeles Ibirika con su pluma.
El estilo que la autora utiliza en su escritura es intachable e incuestionable. Su narración es en tercera persona  y a diferencia de la mayoría de los RA, el personaje al que más le da incapié y el que nos enseña cada sentimiento de amor, desconfianza, celos y temor es Ian O´Connell. En breves párrafos también nos hace ver a Elizabeth y sus pensamientos, pero es en un plano inferior al de Ian. Los personajes secundarios no resultan indiferentes, están muy bien cuidados y detallados, dejándonos incluso conocerlos en la medida justa y tener una opinión exacta de ellos. El tema de la política en esta historia me parece muy acertada, conoceremos las artimañas más sucias, lo que es capaz de llegar una persona por optar a lo más alto de ese mundillo y el trabajo que supone a los miembros que lo acompañan para llegar a la cima junto con el hombre en el que creen. También quería decir -aunque me da vergüenza admitirlo- que esta autora ha hecho que leyendo sus palabras, acabara llorando y sollozando como una niña pequeña. Para mí, cuando una persona es capaz de hacerme llorar tan sólo por leer lo que ha escrito, merece todos mis respetos y admiración, porque no es nada fácil lograrlo. Gracias por eso.
En esta reseña no pondré lo mejor ni lo peor como en otras ocasiones, sencillamente porque el libro Donde siempre es otoño, desde la primera a la última página, es maravilloso y solo puedo decir: Ángeles Ibirika, bienvenida a mi estantería, es un placer leerte.

Citas:
Había desplegado sus mejores armas para seducirla y ahora tenía la amarga sensación de que el seducido había sido él.
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El amor de las novelas no existe en la vida real. Y es una suerte que sea así. - Volvió la cabeza y la miró por encima del hombro. - ¿Imaginas lo que ocurriría si amaras a alguien con tanta fuerza que no pudieras respirar sin tenerlo al lado y que contaras cada segundo que te quedara para verlo? ¡Dios, no! Te devoraría la angustia.
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Cada segundo que respiramos es un tesoro que la mayor parte del tiempo no sabemos apreciar. Tú y yo nos hemos bebido la vida a tragos, sin saborearla. Deberíamos comenzar a disfrutar de cada latido como si fuera el último. O, mejor aún, como si fuera el primero del resto de nuestra existencia.


Valoración personal: